Una mirada. Un baile. Una noche de pasión.
Todo eso lo había vivido Julianne McKenzie con el mismo hombre. Y ahora esperaba un hijo suyo, el bebé cherokee de Bobby Elk. ¿Qué otras sorpresas le depararía la vida?
Bobby no se consideraba lo bastante fuerte como para darle a Julianne todo lo que merecía. Estaba embarazada y su sangre cherokee lo obligaba a darle un hogar a la madre de su hijo, pero no se atrevía a darle su corazón.
Eran tres almas unidas por un encuentro predestinado, pero no podrían encontrar la felicidad hasta que él se enfrentara a sus prejuicios y ella lo ayudara a superarlos con amor.
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