Si alguien le hubiera dicho a Annie Foster que un desconocido, perfecto en todos los sentidos, la iba a ayudar a dar a luz, no lo habría creído. Pero allí estaba ella, sola en la cima de una montaña, con el increíble sargento John Paretti sujetándola con sus fuertes brazos...
Cuanto más lo miraba a sus ojos azules, más difícil le resultaba no hacer caso a las necesidades que llevaba tanto tiempo negándose a sí misma. Unas necesidades que solo el hombre adecuado podía satisfacer...
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