Muy a su pesar, Reese Howard tuvo que ocuparse de entrevistar a Sabrina MacFadden, una mujer que pretendía quedarse embarazada en una clínica de inseminación artificial.
Bajo ninguna circunstancia debería haber besado a la tentadora Sabrina. Tampoco debería haberla dejado embarazada, ni debería haberla presionado para que se casara con él.
Debía reconocer que las cosas se le habían ido un poco de las manos... pero, ¿sería posible que estuviera empezando a creer en las caricias de aquella mujer, en la familia, en el amor...?
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